Sentí la llamada cuando vi una película sobre religiosas que cuidaban de niños huérfanos, y en mi mente infantil pensé que había que ser religiosa para trabajar en el mundo de los niños.
Me atrajo la congregación de las Siervas de María después de leer los documentos (la historieta y el libro "un vicario desciende a la calle") y me llamó la atención la actitud del Padre Cestac ante las diferentes situaciones que se le presentaron. Su deseo de devolver a las mujeres a la sociedad.
El evento que más me marcó fue el de los primeros votos... Estaba entrando en una nueva relación con Dios y me dije: tengo un desafío, que es no retroceder nunca, sino llegar hasta el final.
Doy testimonio de Dios a través de pequeñas y sencillas acciones y gestos, haciéndome cercana a todos, compartiendo la vida cotidiana donde estoy, devolviendo el gusto por la vida como el Padre Cestac. En mi misión con los pequeños, me hago pequeña.
El mensaje a los jóvenes: la sociedad actual necesita personas consagradas, decir sí al Señor no significa que haya fracasado en el mundo de los negocios. No hay que dudar, es un favor que Dios nos hace al llamarnos a su servicio para dar testimonio de su amor.
La cuestión de Dios siempre ha sido una cuestión importante para mí. Me encantaba el catecismo y la llamada del Señor se me hizo clara cuando tenía 10-12 años.
En Francia, en Pas de Calais, en Harnes, había una comunidad de cinco Hermanas Siervas de María. Lo que me atrajo fue su cercanía a las modestas familias de los trabajadores y su creatividad con los niños a través del mecenazgo, las colonias de vacaciones... su preocupación por hacer florecer a la gente a través de su alegría de vivir.
Ha habido muchos momentos de gracia en mi vida. Mencionaré tres.
La primera, a los 40 años, durante una sesión de discernimiento: Dios ya no me habla al nivel del entendimiento, sino al nivel del corazón. Esto cambió mi manera de rezar y de amar a los demás.
El segundo es el acompañamiento de los adultos en el catecumenado.
La tercera, a los 64 años, mi partida en misión hacia Costa de Marfil: apertura e integración en una nueva cultura.
Al celebrar 50 años de vida religiosa, la Palabra de Dios que habita en mí: "¿Cómo puedo pagar al Señor todo el bien que me ha hecho?"
Un mensaje para cada uno de nosotros y en cada circunstancia, Dios te dice: "No temas, yo estoy contigo" y con el Padre Cestac, nuestro Fundador de la Congregación: "Haz y camina y nunca te desanimes. Lleva a María contigo."
Sentí la llamada del Señor durante una evangelización en la parroquia de San Carlos Borromeo, mi parroquia natal, ese día, el padre presente pidió que los jóvenes que escucharan la llamada del Señor se acercaran a recibir la bendición, yo me adelanté y todo comenzó, aunque crecí en una familia cristiana, pero ese día fue un día especial.
Lo que me atrajo de la Congregación de las Siervas de María, es su trabajo, en la discreción, especialmente en su misión con gran eficiencia. Eso es lo que me atrajo.
Tengo varios acontecimientos significativos en mi vida religiosa, pero recuerdo el encuentro con las hermanas mayores de la congregación, mi visita a las fuentes de la congregación, durante mi estadía en Francia y la participación en una sesión en España.
Vivo la misión que se nos ha encomendado, mirando a la Virgen María, nuestra madre, como modelo, e intento inculcar a las niñas los valores de una buena mujer para el futuro, tratando de poner en práctica el evangelio cada día.
Lo que puedo decir a los jóvenes de hoy es que la vida con Cristo es alegría y paz, por lo que el campo del Señor es amplio y hay trabajo para todos. Al igual que Nuestro Buen Padre vivió devolviendo el gusto por la vida, les invito a venir a devolver el gusto por sus vidas respondiendo a la llamada de Cristo, para que a su vez puedan dar el gusto por la vida a sus hermanos y hermanas.
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