DEVOLVAMOS AL OTRO EL GUSTO POR VIVIR

21/08/2021 | Comunidades

Devolvamos al otro el gusto por vivir... 

Marco del proyecto 


Gabriela comenzó a comprometerse en el barrio “El Campanario” que pertenece a la comunidad de la Capilla “Virgen de Itatí”, de la parroquia “San Francisco de Asis”. Así conoció a Blanca que le compartió la realidad de las niñas adolescentes embarazadas o con bebes. De esa manera comenzó el sueño de acompañar esa realidad, divulgando la necesidad de esas jóvenes y se fue uniendo gente para ayudar y hacer un seguimiento a las madres.


En el primer encuentro en nuestra casa de Guadalupe se armó un WhatsApp con todas nosotras y las jóvenes embarazadas y algunas ya con sus bebes. Y así fueron los sábados a la tarde que nos reuníamos Blanca, Lorena, Gabriela y yo con ellas y sus hijos. Compartieron en un momento la dificultad del colegio en este contexto de pandemia y algunos trabajos que debían realizar.


Gabi motivó a sus alumnas del Colegio Euskal Echea y vinieron a ayudarlas, compartiendo lo que ellas saben y también una profesora de matemáticas. Celeste, Valentina, Agustina, Martina, y Juana los sábados se hacen cargo de una de ellas para acompañarlas en sus estudios.


Este proyecto recién se inicia a la espera que siga creciendo. Son 7 mamás entre 14 y 17 años y 5 de 18 años para arriba. Ellas están muy contentas con el espacio, la ayuda material y la contención y la ayuda en el colegio. Muy agradecidas por todo lo brindado.


Testimonio


Mi nombre es Lorena Ortiz, tengo 49 años y estoy en un punto de inflexión en mi vida, donde sentía la necesidad de poder devolver algo a la comunidad.

Así fue como llegué a este proyecto solidario de la mano de una mujer increíble, Gabriela, que me conto la idea que tenía en mente, me hablo de la obra magnifica que llevo adelante el Padre Cestac y no hizo falta que me invitara porque de solo ver su entusiasmo no pude ver más que pensar en sumarme a este proyecto solidario donde intentamos poner a la primera persona en primerísimo plano.


Se trata nada menos que de mujeres que transitan la adolescencia, que provienen de barrios carenciados y marginados. Que han sido víctimas de diferentes maltratos y han elegido el camino de la vida, al decidir conservar a sus bebes y criarlos. Inexpertas y temerosas como toda madre primeriza, pero empecinadas en no permitir que la adversidad pueda con este desafío enorme de no solo dar vida sino más allá de eso, ser responsable de la vida de alguien más. 


Mi desafío consiste en poder estar a la altura de las circunstancias, y asistir desde muchos puntos que hoy son para ellas, dada la coyuntura, su edad y sus experiencias de vida, una limitación. Poco a poco encontré en estas mujercitas como van soltándose y compartiendo su tiempo, sus experiencias, las abordo siempre como si fueran hijas mías y pienso que le diría yo a mi hija en aquella pregunta o cuestión que me ponen por delante.


Siento que hoy es muchísimo el camino a recorrer, pero sale de lo más profundo de mi ser mi deseo de estar ahí para ellas. No solo desde la asistencia social o algún bien material que podamos conseguir y entregar, sino estar ahí poniendo luz en donde hoy encuentran obscuridad. Estar ahí cuando no saben a dónde concurrir o tienen una duda respecto a algo de sus bebitos. Estar ahí alentándolas a quesea lo que sea que es haya tocado vivir hay otra realidad si te atreves a verla, hay siempre esperanza, hay siempre posibilidad de mejorar, crecer y porque no sonar con un futuro no lejano y más amable para con ellas mismas.


Es un grupo donde nos reunimos como mujeres que somos, cuidando las unas de las otras. Cada vez más la gente se suma para ofrecer lo que tiene para dar, desde tiempo, algo rico para compartir, sabiduría para transmitir, cosas que han ido recolectando. Con la mirada puesta en este grupo de madres que no han tenido una vida sencilla, pero también en esos bebitos que necesitan de todo el cuidado que podamos darle.


También yo voy afianzándome de a poco en este vínculo, porque lógicamente no las conozco de antes y también voy con cierto temor e intentando eliminar de mi mirada el prejuicio permanente al que hemos sido sometidas desde tiempos inmemoriales. Voy al encuentro de ellas sabiendo que, al dar mucho de mí, también recibiré mucho de ellas. Que no hay manera que de esto no salga algo bueno, grande y es una forma también de devolver al mundo lo mucho o poco que he recibido y multiplicarlo.



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